Me impresiona la forma de actuar de Andrés, tranquila y a la vez enérgica. Irradia la nueva confianza en sí mismo de una generación de colombianos que, con razón, ya no quiere producir café barato para nuestro consumo irreflexivo.
Así que estamos en la misma misión. Y así, Xiomy y yo terminamos nuestros cafés y compro unos cuantos paquetes más de granos para llevar a casa -aunque el de Doña Magdalena (ver Día 1) lamentablemente ya está agotado.
Luego se va de nuevo al aeropuerto, para hacer el check-in para Pitalito. Pero desgraciadamente hay un problema técnico, por lo que en lugar del avión grande sólo puede despegar uno más pequeño. Dos del grupo se han registrado antes y se les permite subir, el resto tiene que esperar hasta la tarde siguiente. Discutimos un poco y al final nos resignamos. Una pena, porque así se cancela nuestra visita a la cooperativa de mujeres «Café de mujeres».